miércoles, 19 de mayo de 2010



BIOGRAFIA:


Sólo el deporte permite que un chico excepcionalmente dotado para su práctica, apenas traspasada la adolescencia, pueda alcanzar la gloria internacional en su especialidad y acumular una fortuna millonaria. Es el caso del tenista español Rafael Nadal, profesional desde los 15 años, que a sus 19 ya ocupaba el segundo puesto mundial en el ranking de la Asociación de Tenis Profesional (ATP) y que, con 22 años, se ha convertido en el número 1 del mundo.

Rafael Nadal Parera nació el 3 de junio de 1986 en la localidad mallorquina de Manacor, donde los Nadal forman una gran familia arraigada en la isla desde el siglo XIV. El patriarca de la saga se llama como su nieto, Rafael, y es un gran aficionado a la música que dirige la orquesta de la ciudad. Es hijo de Sebastián Nadal, director de una empresa que construye pistas de pádel y organiza eventos deportivos, y Ana María Parera, y tiene una hermana, Isabel, su admiradora más entusiasta. Fue su tío Antonio, Toni, quien lo encaminó por el sendero del tenis, hasta convertirse en su entrenador y representante.

Un joven talento

A pesar de que al niño se le daba mejor la raqueta (a los cuatro años Toni practicaba con él varias horas al día) que el fútbol (no en vano se proclamó campeón infantil de España a los once años y del Mundo a los catorce), atraído por la estela de su otro tío, el futbolista internacional Miquel Àngel Nadal, se entusiasmaba cada vez más por el balompié. Toni cortó de raíz esta indecisión y le conminó a abandonar los estudios en 4º de ESO para dedicarse en exclusiva al tenis, ante el disgusto materno: "Rafa se hizo profesional demasiado pronto. Al principio yo lo llevaba muy mal, pero finalmente entendí que era imposible compaginar los estudios con su carrera deportiva".

Se inscribió en la ATP a finales de 2001, en el puesto 818. Tenía sólo quince años y pertenecía ya al Real Club de Tenis Barcelona. Sin embargo, no jugó su primer partido profesional hasta el 29 de abril de 2002, en el Open de Mallorca, derrotando al paraguayo Ramón Delgado.

Debía debutar en Roland Garros en 2003, pero una lesión en el codo frustró su deseo. Al año siguiente, una fisura en el escafoides del pie izquierdo, que le mantuvo con muletas de abril a julio, también le impidió disputar el torneo. Entonces se diseñó un plan específico para la prevención de lesiones "para que aflorasen todas las cualidades físicas del tenista, que son genéticas", declaró Ángel Ruiz-Coto. Este médico de la Federación inició la colaboración con la familia Nadal y con el preparador físico del jugador, Joan Forcades, con una media de tres controles anuales. El doctor puntualizó, tras el primer examen: "Tiene la resistencia de un maratoniano, pero, a la vez, es explosivo".

El último semestre de 2004 fue especialmente duro: en pleno proceso de recuperación del ritmo de la competición sólo consiguió ganar el torneo de Sopot (Polonia). Pero terminó la temporada convirtiéndose en el tenista más joven en ganar la Copa Davis. Nadal derrotó al estadounidense Andy Roddick, y su amigo y mentor Carlos Moyá remató la faena, con lo que España pudo adjudicarse la segunda Copa Davis de su historia.

Campeón de Roland Garros

A pesar de ser un debutante, en 2005 se presentó en París como favorito en las apuestas. No en vano hasta aquella fecha, de enero a junio, había ganado cinco títulos de renombre en tierra batida: Costa de Sauipe (Brasil), Acapulco, el Master Series de Montecarlo, el trofeo Conde de Godó y el Masters Series de Roma, una proeza que, en una misma temporada y a esa edad, sólo había conseguido Andre Agassi en 1988. En número de títulos de la temporada 2005 tan sólo le aventajaba en uno el número uno mundial, el suizo Roger Federer, a quien, sin embargo, derrotó en Roland Garros en semifinales, precisamente el 3 de junio, el día del cumpleaños de Nadal.

En la final, no sin ciertos apuros, Nadal derrotó en cuatro sets al argentino Mariano Puerta, que había realizado un torneo impecable. Le entregó el trofeo, en presencia del rey Juan Carlos, su ídolo futbolístico, Zinedine Zidane, pues, a pesar de que toda su familia es del Barça, Rafa es seguidor del Real Madrid.

Ese triunfo lo convertía en el segundo debutante que ganaba en Roland Garros, tras el sueco Mats Wilander, que lo consiguió en 1982 con sólo diecisiete años. Y, sobre todo, elevaba hasta límites insospechados su popularidad y su carisma, hasta el punto que, un mes después, la empresa patrocinadora Havas Sport aseguraba en su sondeo bimensual que el tenista se había convertido en el deportista más popular de España, desplazando al piloto Fernando Alonso de la primera posición y al futbolista David Beckham de la segunda. Por si fuera poco, la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA, United States Tennis Association) anunciaba que promocionaría sus torneos veraniegos poniendo el énfasis en la imagen de Nadal, calificado como el "wonder boy", sobrenombre también asociado a la estrella de la natación Michael Phelps.

Por su parte, el portavoz de Nike, la firma que le patrocinaba, declaraba que quería convertir a Nadal en el Tiger Woods del tenis, y que estaba dispuesto a entregarle un cheque en blanco para mejorarle el contrato que tenía desde los dieciséis años para convertirlo en el icono de la multinacional en el ámbito tenístico. Era la primera vez que un tenista ocupaba esa privilegiada posición de popularidad en España. Lo cierto era que Alonso, Dani Pedrosa y Nadal estaban cambiando la tendencia de jóvenes aficionados españoles, cuyos ídolos se centraban hasta hacía poco en el mundo del fútbol.

Hacia el número 1

La victoria en el torneo de Grand Slam aupó a Nadal a la tercera posición del ranking de la ATP, por detrás de Federer y del australiano Lleyton Hewitt, quienes disputarían la final del torneo de Wimbledon con victoria del suizo, tras caer Nadal a las primeras de cambio. Además, se convirtió en el primer español que entraba en el top ten con sólo diecinueve años y encadenaba 24 victorias consecutivas en tierra batida.

Su objetivo era llegar al número uno, si bien reconocía que ante sí tenía un muro casi infranqueable, el suizo Federer, quien, según los expertos, estaba destinado a convertirse en el mejor tenista de todos los tiempos. Esa ambición era buena, pero su tío Toni no dejaba que se le subieran los humos a la cabeza y, tras su triunfo en Roland Garros, le advertía: "Tu nivel de juego aún no es perfecto; eres un buen jugador, pero todavía debes confirmar que serás uno de los grandes". Por de pronto, en julio de 2005 ganó en Bastad (Suecia) y en Stuttgart (Alemania), y sumó 34 victorias consecutivas en tierra batida, y en octubre sumó su undécimo título del año (ganó también en Montreal y Pekín) al imponerse en el Masters Series de Madrid.

En marzo de 2006, poco después de reaparecer tras una lesión que le había mantenido inactivo durante cuatro meses, logró en Dubai su primer título de ese año. Posteriormente, revalidó éxito en el Masters Series de Montecarlo, en Barcelona, en el Masters Series de Roma y en Roland Garros. Para hacerse con su segundo triunfo en París, venció al sueco Robin Soderling, al estadounidense Kevin Kim, al francés Paul-Henri Mathieu, al australiano Lleyton Hewitt, al serbio Novak Djokovic, al croata Ivan Ljubicic y, en la final, a Federer (1-6, 6-1, 6-4 y 7-6).

Este último partido supuso un nuevo capítulo del duelo que Nadal y el tenista suizo mantenían por la primacía mundial y que, ese año, se había decantado claramente del lado del español (sus victorias en los citados torneos de Emiratos Árabes Unidos, Mónaco e Italia también se habían materializado al derrotar en sus respectivas finales a Federer). Nadal consiguió en Francia un importante récord: el 29 de mayo, al batir a Soderling, ganó su quincuagésimo cuarto partido consecutivo en tierra batida, superando la cifra de 53 encuentros invicto sobre esta superficie que, desde 1977, poseía el argentino Guillermo Vilas (Nadal no sería derrotado en tierra batida hasta el 20 de mayo de 2007, cuando cayó en la final del Masters Series de Hamburgo ante Federer, luego de una serie de 81 partidos victorioso sobre dicho piso). Poco después, Nadal tuvo una excepcional actuación en el Torneo de Wimbledon; fue finalista, pero en esta ocasión Federer le impidió adjudicarse el triunfo. En ese año 2006, le fue concedida en su país la medalla de oro de la Real Orden del Mérito Deportivo.

En el primer semestre de 2007, ganó los Masters Series de Indian Wells y Montecarlo, y, por tercer año consecutivo, el Conde de Godó barcelonés, el Masters Series de Roma y Roland Garros. Alcanzó su tercera corona parisina mostrando un notable dominio sobre sus sucesivos rivales: el argentino Juan Martín del Potro, el italiano Flavio Cipolla, el español Albert Montañés, Hewitt, Moyá, Djokovic y Federer, a quien Nadal derrotó nuevamente en la final con un resultado de 6-3, 4-6 (único set que el español cedió en todo el torneo), 6-3 y 6-4. Poco después, y tal y como sucedió la temporada anterior, ambos repitieron final en Wimbledon, con victoria para el suizo. Durante ese año 2007, Nadal también se impuso en el Torneo de Stuttgart. Terminó el año, una vez más, en el segundo puesto del escalafón de la ATP.

El año 2008 será recordado como el de su número 1. Empezó en baja forma, pero el bajo rendimiento que también mostraba Federer en ese momento hacía factible el soñado objetivo. Ganó por cuarta vez dos torneos: el Masters de Montecarlo y el Conde de Godó, y derrotó a Federer dos veces en dos finales consecutivas: la del Master Series de Hamburgo y la del Roland Garros. Obtuvo nuevas victorias en el London Queen's Club y venció de nuevo a Federer en la final de Wimbledon, en un partido que duró 4 horas y 48 minutos y que ha sido considerado el mejor de la historia del tenis. Y un nuevo triunfo en el Masters de Canadá lo convirtió, finalmente, en el mejor jugador del mundo según el ranking de la ATP.

Su desparpajo, su confianza en sí mismo, el no dar jamás ningún punto por perdido, su fuerza extraordinaria y su perseverancia son algunas de las claves de su imparable éxito. La férrea disciplina que le impone su tío no le impide practicar sus grandes hobbies: juegos de ordenador, la Fórmula 1, la música (Bon Jovi, Maná, Brian Adams...), el golf, y sobre todo la pesca. Dentro de la pista proyecta una imagen que le reporta tantos beneficios en contratos publicitarios como los que le proporciona su profesión. Luce camisetas sin manga que dejan al descubierto su sólida musculatura, y pantalones pirata, los primeros de ese diseño que vestía un tenista en el terreno de juego.


BIOGRAFIA:

Fernando Alonso Díaz nació el 29 de julio de 1981 en Oviedo, hijo de José Luis Alonso, a la sazón maestro industrial y hoy director deportivo de Adrián Campos Motorsport, y de Ana Díaz, dependienta de El Corte Inglés en la capital asturiana. Tiene una hermana cinco años mayor, Lorena, médica de profesión.

A pesar de su corta carrera, Alonso tiene ya un currículo que supera por intensidad y precocidad a los de los grandes campeones. A los tres años, su padre le regaló un kart que había construido él mismo. El rechoncho Alonso se encaprichó con el «juguete» y empezó a familiarizarse con el olor a carburante. Aquel mismo año ganó ya su primera carrera, organizada por un centro comercial y en la que participaron niños que casi le doblaban la edad. Aquello le dio coraje para seguir pilotando cuando salía del colegio, siempre vigilado por su padre, quien ya se percató de las cualidades innatas que tenía su hijo para el pilotaje. Dedicó todo su tiempo libre al hijo, a pesar de que recibió una oferta para incorporarse al Celta de Vigo como portero, posición en la que jugaba desde muy joven.

Un talento precoz

Desde los cuatro años hasta los catorce (1985-1995) estudió en el colegio Santo Ángel de la Guarda, en Oviedo, donde cursó primaria y EGB. Después frecuentó el Instituto Leopoldo Alas Clarín de San Lázaro, donde permaneció hasta 2000, año en que abandonó los estudios porque los compromisos deportivos le impidieron seguir estudiando, de manera que ni siquiera terminó el COU.

Con siete años Alonso ganó en 1988 su primera carrera oficial de karts, proclamándose campeón infantil de Asturias tras vencer en las ocho carreras de que constaba el certamen. Para entonces ya ostentaba desde hacía tres años la obligatoria licencia oficial de la Federación Española. En ella, el chavalín reconoce que tiene plena consciencia de sus actos y que se atendrá a todas las normas. Todo falsificado, claro.

Su proyección era fulgurante, de ciudad en ciudad y de circuito en circuito, con un viejo Peugeot que conducía su padre, mientras los otros competidores llegaban en Mercedes o en BMW. Su padre hacía de mecánico y de consejero. En 1989 se proclamó campeón de karting de Asturias y de Galicia. Al año siguiente debía competir ya en categoría cadete, algo que para la modesta familia se hizo prohibitivo: «Le compré un kart de primera mano y debía cuidarlo hasta los dieciocho años. Teníamos que empezar a competir en Europa y yo no tenía dinero para hacer frente a tantos gastos», ha confesado su padre. Cuando ya habían decidido desistir ante la desesperación del chaval de once años, surgió el «milagro». Apareció Genís Marcó, importador de karts, que se encaprichó de las cualidades del chaval, hasta el punto de que éste estrenaba un kart en cada carrera y Marcó le conseguía patrocinadores para los viajes o ponía él mismo el dinero de su bolsillo.

Primeros podios

En la categoría cadete se proclamó campeón de Asturias y del País Vasco en 1991, año en el que fue subcampeón de España porque no pudo participar en algunas carreras. En 1993 y 1994 conquistó ya sendos Campeonatos de España en la categoría junior, lo que le sirvió de pasaporte para participar posteriormente en el Campeonato del Mundo.

Así, con un sueldo de 100.000 pesetas al mes y catorce años, llegó al Mundial de Karting. Era su primera participación y subió ya al podio como tercer clasificado, por delante de otro debutante, su competidor en fórmula 1 Kimi Raikkonen. Estamos en 1995. A fines de ese año probó un Toyota con éxito. La marca le ofreció correr el Campeonato de Fórmula 1 al año siguiente, pero Fernando, aconsejado por su padre, rehusó porque las condiciones económicas eran ridículas.

En 1996, pues, siguió disputando carreras de karting, y aquel mismo año se proclamó campeón de España, del Trofeo Estival de Italia, del Marlboro Grand Prix y, lo que es más importante, campeón del mundo en categoría junior. En 1997 compitió en la categoría Internacional A, en la que se proclamó campeón de España, de Italia y de Europa.

En 1998, aún en la misma categoría, fue de nuevo campeón de España, y ganó, además, el Trofeo París-Bercy, el de la Industria en Italia y el Open Ford. Entonces apareció en escena otro personaje fundamental en la carrera de Fernando, el ex piloto valenciano de Minardi en la fórmula 1 Adrián Campos, el que sería ya su sombra y mánager.

La forja de un campeón

Campos conocía a Alonso desde que éste era un niño y seguía su trayectoria minuciosamente sin que el interesado se percatara. Para 1999 lo fichó como sustituto de Marc Gené en la fórmula Nissan, de monoplazas, un campeonato de velocidad pensado para pilotos, no para marcas. Alonso consiguió 9 pole position, 8 vueltas rápidas y 6 victorias, lo que le dio el título de campeón Euro Open Movistar. No tenía carnet y con sólo diecisiete años volaba en los circuitos a más de 250 kilómetros por hora. Se lo sacó nada más cumplir los dieciocho años, curiosamente conduciendo un Renault Megane. El profesor le advirtió que en las pruebas fuera más deprisa, porque en las clases prácticas iba demasiado despacio.

Alonso, con su primer título de monoplazas bajo el brazo, debía seguir progresando, y el paso natural fue la fórmula 3.000, en la que en 2000, el año de su debut, logró su primera victoria en el Gran Premio de Bélgica y fue segundo en el de Hungría, integrado en el equipo Astromega. Este exitoso debut lo consagró ya como una promesa de la fórmula 1, en la que debutó, después de ejercer como probador de Minardi -la escudería menos competitiva-, en el Gran Premio de Australia de 2001. Aun así le sacó el máximo partido al coche, terminando nueve carreras y superando ampliamente y con asiduidad a Tarso Marques, su compañero de equipo.

Tras la experiencia con Minardi, Flavio Briatore, dueño de Renault, por el que había fichado para cinco años, lo llamó de Minardi, donde estaba cedido, para ejercer durante todo el año 2002 como probador de la marca francesa, con resultados más que satisfactorios.

En 2003 fue ya piloto oficial de Renault, una marca más competitiva pero muy lejos aún de los Ferrari, los Williams o los McLaren. Pronto se consolidó como la revelación del campeonato, sobre todo a partir de que, el 22 de marzo, se convirtiera en el piloto más joven en lograr la pole position en el Gran Premio de Malasia, donde además, con su tercer puesto, fue el primer piloto español en subir al podio. Consiguió esa pole a los 21 años, 7 meses y 22 días, superando ampliamente a quien ostentaba el récord, Rubens Barrichello (22 años, 3 meses y 5 días) o a campeones como Jackie Ickx (23 años, 8 meses y 3 días), Ayrton Senna (25 años y 1 mes) y Michael Schumacher (25 años, 4 meses y 12 días).

A lo largo de la campaña destacaría nuevamente con un subcampeonato en el Gran Premio de España celebrado en Montmeló, pero sobre todo en el Gran Premio de Hungría, donde se impuso con autoridad y se coronó en lo más alto de la fórmula 1 sacándole 26,6 segundos a su inmediato competidor, Kimi Raikkonen, y doblando nada menos que al campeón del mundo, Michael Schumacher. Con 22 años y 26 días Alonso entraba en la historia de la fórmula 1 al ser el más joven en lograr la victoria, superando el récord de Troy Ruttman (22 años y 80 días) y Bruce McLaren (22 años y 104 días), quienes ganaron en 1952 y 1959.

Todos estos buenos resultados hicieron que Fernando Alonso acabara el Mundial en una meritoria sexta plaza, por debajo de Ralf Schumacher y Rubens Barrichello. Sin duda, fue la revelación de la temporada y todo hacia pensar que el siguiente año sería el de su consolidación definitiva.

Pese a todo, a lo largo del Mundial 2004 una vez más Schumacher se mostró imbatible y Alonso acabó la temporada sin haberse podido alzar con ningún triunfo. En la retina de muchos aficionados quedan, pero, sus grandes carreras conduciendo como un verdadero campeón y los diferentes podios conseguidos en los circuitos de Francia, Austria, Inglaterra y Hungría. De esta manera, el piloto español siguió destacando y quedó en el cuarto puesto del campeonato del mundo, con 59 puntos.

Finalmente, en el 2005, llega la consolidación de Fernando Alonso como piloto de Fórmula 1. Esta temporada es la más importante del automovilismo español hasta la fecha por ser la primera en que un piloto nacional esté muy cerca de convertirse en Campeón del Mundo de la especialidad. Ha sido un año ciertamente espectacular para Alonso, quien desde la pretemporada ha sabido establecer las bases de este gran triunfo.

Los primeros entrenamientos de la temporada 2005 ya mostraron un Fernando especialmente fuerte como rival del gran Michael Schumacher y muy bien respaldado por su escudería: Jarno Trulli dejó Renault y Giancarlo Fisichella se convirtió en su nuevo compañero. También su nuevo monoplaza R-25 ayudaba al piloto con espectaculares cambios sobre el coche del año pasado: esencialmente un motor más potente y mejoras aerodinámicas en el chasis para adaptarse a la normativa de la FIM.

Su espléndida conducción ha permitido a Fernando Alonso estar a punto de ser nada menos que el primer español y el piloto más joven en convertirse en Campeón del Mundo de la máxima categoría del automovilismo. Son contadas las carreras en las que no ha triunfado y numerosos los podios que ha conseguido. Los Grandes Premios de Australia, Malasia, Bahrein, San Marino (donde ganó después de un apasionante duelo con Schumacher), Francia, Alemania y España han sido algunas de sus mejores victorias de este año.

La personalidad de un líder

En 1999 Alonso conoció en un campeonato de karts a la que hoy es su novia, Rebeca, estudiante de música en el Conservatorio de Avilés, donde toca el violonchelo. Se ven poco, porque Fernando vive en Oxford, donde tiene su sede el equipo.

Según las personas de su círculo íntimo tiene casta, carácter y una desmesurada confianza en sí mismo. Está convencido de que nadie puede sacarle más partido que él al coche que conduce. Y, según Adrián Campos y otros expertos, tiene un talento natural, que Fernando potencia con entrenamientos muy duros. Además, a pesar de su carácter serio en los circuitos, tiene un carisma que enamora a la gente. En familia y con las amistades, es bromista y divertido. En casa le apodan Nano, su rivales Magic y la prensa el Toro, debido a su gran envergadura en un joven de 1,71 de altura y 70 kilos de peso.

Es un apasionado de todos los deportes, que utiliza como entrenamiento. Practica el ciclismo, el tenis, la natación y el fútbol, en el que su equipo preferido es el Real Madrid. Su comida preferida, aparte de los guisos asturianos de su madre, es la pasta, le encanta el cine de terror y su ídolo deportivo por excelencia es el ciclista que logró vencer al cáncer: el estadounidense Lance Armstrong. Como él, aspira a ser un consumado campeón, en otra modalidad.

HooLA!!* aqui estan todos los famosos del deporte de todo el mundo, espero que mi blog os guste.Y disfrutar leyendo todas las biografias de ellos. Tambien os podeis meter en los blog famososparkour y cantantesamericanos que tambien los he creado yooOO bueno un saludOO!! xaOO!!*